Días 1 y 2. De Madrid a Dublín.

Días 1 y 2. De Madrid a Dublín.Días 1 y 2. De Madrid a Dublín. Fuimos a Dublín un 4 de abril de 2008 y llegamos por la noche. De ese día apenas caben contar unas pequeñas anécdotas. Para empezar, que volamos con Aer Lingus y la experiencia fue bastante positiva. Llegamos a tiempo a Dublín pero ya era de noche y apenas iba a darnos tiempo a encontrarnos con nuestro amigo para ir a cenar y luego dormir para aprovechar los siguientes días y ver todo lo posible. Así que, siguiendo las indicaciones que ya llevábamos memorizadas desde Madrid, buscamos el autobús 747. Éste nos llevaría hasta el centro de la ciudad por 6 euros y un trayecto de, aproximadamente, 40 minutos.

Necesitamos más tiempo del habitual porque el autobús se quedó parado nada más pasar el peaje de la autopista, según el conductor porque al motor le faltaba agua y no refrigeraba bien. Sin embargo, nosotros aplicamos la teoría del Windows XP y sus constantes cuelgues. Fue curioso ver cómo en el monitor del bus el dichoso sistema operativo de Bill Gates se reiniciaba. Quizás fuera una coincidencia, o tal vez no.

Con razón el conductor se fue de la estación de autobuses sin coger viajeros para el viaje de vuelta al aeropuerto. Creo que no habría llegado más lejos del primer semáforo. Allí nos encontramos con el amigo al que fuimos a visitar. Anduvimos 10 minutos por las frías calles de Dublín y llegamos a su casa para dejar las maletas y salir luego a cenar. Aprovechamos para hacer compra y tener cosas de desayunar, y luego volvimos a casa para dormir.

El segundo día fue, lógicamente, de mayor provecho. Era sábado y hacía mucho frío, algo para lo que no fui demasiado preparado pues me habían dicho que hacía clima «primaveral». Pensé en la primavera de España, en la de Madrid concretamente. Pero allí la primavera solo trae frío, lluvia, nieve y viento. No obstante, me dejaron algo más de ropa para abrigarme bien y salimos a la aventura.

Teniendo en cuenta que la casa estaba situada en Fenian street, lo primero que hicimos fue dirigirnos andando al Merrion Square Park y continuar andando hasta la Real Academia de la Ciencia de Irlanda. De ahí fuimos hasta St Stephen’s Green, uno de los muchos y pequeños parques que pueblan el centro de Dublín. Desde ahí pudimos llegar fácilmente hasta Grafton street. Es una calle peatonal en esa parte llena de comercios y de gente con ganas de compra. Además hay algunos grupos musicales y también mimos o «estatuas vivas». Siguiendo por esa calle, llegamos a una de las estatuas más famosas de la ciudad: Molly Malone.

En realidad, la fama no le viene por la mujer en sí. Resulta que es una canción del siglo XIX que cuenta la historia de la pescadera Molly Malone, que murió de fiebre en plena calle. Al parecer, aunque no queda demostrada la existencia de esta muchacha, se dice que paseaba por la zona portuaria de Dublín al grito de «¡¡Mejillones y Berberechos vivitos!!». Por esta razón también es conocida como «Cockles and Mussels».

Siguiendo por Grafton pero en una zona con vehículos pudimos llegar hasta la entrada del famoso Trinity College. Se fundó en 1592 por la Reina Isabel I. Aunque no éramos estudiantes de la institución, el acceso al patio interior es libre y tomamos algunas fotos del lugar. La mayoría de edificios son antiguos pero algunos también son modernos. En una de las zonas del campus pudimos ver el campo de cricket de la Universidad de Dublín.

Como no queríamos impregnarnos de los conocimientos universitarios, salimos del Trinity College y nos dirigimos hacia el río Liffey. Atraviesa Dublín de oeste a este y desemboca en el mar de Irlanda. Pero puentes para cruzar ese río había muchos, así que nos fuimos al puente O’Connell. Éste lleva a la calle del mismo nombre, posiblemente la zona más céntrica y concurrida de Dublín.

La calle O’Connell tiene un gran bulevar por el que la gente puede caminar tranquilamente mientras los coches circulan por los laterales, en cuyas aceras podemos encontrar tiendas de todos los colores y muchos restaurantes. A medida que íbamos avanzando por esa calle, nos acercábamos a nuestro próximo destino: Spire of Dublin. ¿Qué era aquello? Pues una especie de aguja metálica pero de unos 100 metros de altura… y ya. No supimos identificar la finalidad de aquella construcción, aunque sí es verdad que ese punto marca el origen de unas calles peatonales y llenas de tiendas, que son Earl street y Henry street. Allí aprovechamos para comprar algunos recuerdos, y luego nos dirigimos bordeando el río por Bachelor’s walk hasta el Millennium bridge.

Cruzamos nuevamente el río y fuimos hasta Temple Bar. Es la zona de Dublín en la que se concentra la mayoría de la vida nocturna. Yendo por Essex street, llegamos hasta Parlament street y encaramos en dirección al edificio del Ayuntamiento. Justo detrás se encontraba el Castillo de Dublín. Está lejos de ser el clásico castillo que podemos encontrar en Irlanda. Sin embargo, se puede acceder al patio interior de manera totalmente gratuita.

Como la noche se nos empezaba a echar encima, decidimos no entrar en ninguno de los edificios del castillo y nos dirigimos directamente hacia la catedral de San Patricio, bajando por Patrick street. La vimos solo por fuera. Para verla por dentro había que pagar 5.50 euros y nuestras economías no estaban para muchas bromas. Desde allí fuimos nuevamente al río, hacia el norte. Lo bordeamos hasta llegar nuevamente a O’Connell bridge; pasamos de nuevo por delante del Trinity College; y nos dirigimos a la estación de tren de Pearse street para coger un tren que nos llevara a Dun Laoghaire.

Para situarnos un poco, Dun Laoghaire es un pueblo costero situado al sur de Dublín. Se puede llegar fácilmente en tren en pocos minutos. Fuimos hasta allí para comer en primer lugar, pues ya se nos había hecho un poco tarde, y para dar una vuelta por el pueblo. El restaurante donde comimos parece ser que ha cambiado de dueños y de nombre, así que no puedo comentar nada al respecto, salvo que comimos bien aunque fue algo caro. Una vez terminamos, salimos a la calle para ver algo del pueblo mientras dábamos un paseo. Fuimos bordeando la playa hasta llegar a Marine Parade, pero ahí vimos que el día estaba empeorando poco a poco, había empezado a llover y decidimos dar la vuelta hacia la estación de tren para volver a Dublín.

Aprovechamos para ir a casa de mi amigo a cenar y luego fuimos a la zona de O’Connell para disfrutar un poco del ambiente nocturno.

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