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Días 3 y 4. Dublín y vuelta a Madrid.

El tercer día de estancia en Dublín fue de lo más peculiar. Hacía mucho frío, más que los dos días anteriores, así que lo primero era abrigarse muy...

Días 3 y 4. Dublín y vuelta a Madrid.Días 3 y 4. Dublín y vuelta a Madrid. El tercer día de estancia en Dublín fue de lo más peculiar. Hacía mucho frío, más que los dos días anteriores, así que lo primero era abrigarse muy bien. El plan para ese día era ir hasta el Phoenix park andando, bordeando el río Liffey desde O’Connell. En un día normal, la verdad es que el recorrido no habría ofrecido sorpresa alguna. Lo peculiar vino por lo cambiante del clima. El frío no nos abandonó desde que salimos de casa de mi amigo hasta que regresamos por la tarde. Lo más llamativo fue que tuvimos viento, lluvia, nieve y sol en un mismo día.

Así que salimos de casa en dirección al puente Sean O’Cassey y llegamos hasta O’Connell. Después hicimos toda la ruta andando hasta la entrada al Phoenix Park. Por el camino, pero en la otra orilla, vimos la enorme fábrica de cervezas Guinness. Es posiblemente el producto más conocido a nivel internacional de Irlanda. Pensamos en cruzar para entrar y dar una pequeña vuelta, terminar en el bar con mirador que tiene la fábrica y luego ir al parque. Sin embargo el frío nos congelaba las ideas y decidimos seguir el camino.

Llegamos hasta la entrada del parque y avanzamos por Chesterfield avenue. Al ser domingo, el parque estaba absolutamente lleno de gente y de coches que aparcaban en dicha avenida. Debía haber alguna competición deportiva pues había mucha gente en bicicleta y patines. Avanzamos y avanzamos con la esperanza de ver animales salvajes en libertad, pues es una de las cosas atractivas del parque, pero los animales no son tontos y se resguardan del frío, no como los humanos. A esas alturas, además del impresionante viento horizontal, ya nos había llovido y habíamos visto un sol radiante.

Cuando ya estábamos cansados de andar y no ver nada, dimos media vuelta y nos dirigimos al monumento Wellington. Es un pequeño obelisco de 62 metros de altura erigido en memoria del Duque de Wellington. Una vez fotografiado, salimos del parque y deshicimos el camino que habíamos hecho a la ida, sin variar ni un ápice el recorrido, en dirección nuevamente a O’Connell street. Sin embargo, como ya era la hora de comer, paramos antes en un «fish and chips» tan típico de la islas para comprar algo. Yo pedí una hamburguesa y unas piezas de pollo fritas (los famosos «nuggets»). Una vez cruzamos el puente de O’Connell, tuvo lugar el último acontecimiento metereológico del día: empezó a nevar. Muy poca cantidad y durante 5 minutos, pero nieve al fin y al cabo. Creo que solo faltó el granizo para completar el póquer atmosférico.

Estuvimos buena parte de la tarde en casa de mi amigo intentando recuperar el calor corporal y salimos por la noche para tomar unas pizzas de cena.

El cuarto y último día hicimos algunas compras y preparamos todo para el viaje de vuelta a Madrid.

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