Además de algunas invasiones vikingas, Lisboa también formó parte durante bastante tiempo de las tierras conquistadas por los musulmanes. Posteriormente se reconquistó para el cristianismo. Fue también un puerto clave en la conquista de América por parte de Portugal a partir del siglo XVI. Sin embargo, fue el terremoto de 1755 el que más marcó a la ciudad. No solo por el número de vidas que se perdieron (entre 60.000 y 100.000) sino por la gran cantidad de edificios que se destruyeron. Esto obligó a la reconstrucción posterior de la ciudad.
Se trata de una ciudad con un encanto especial, debido en gran medida a su magnífica ubicación junto al estuario del río Tajo. Está rodeada de pueblos con una oferta turística muy interesante, como Sintra o Cascais.