Sin duda alguna, lo que más me llamó la atención de esta ciudad fue su carácter bohemio. Quizás el simple hecho de cruzar el Puente de Carlos da esa sensación, por la cantidad de gente con la que nos cruzamos, por la cantidad de puestos de venta ambulante que hay en el breve recorrido, por la cantidad de artistas que intentan vender sus cuadros a lo largo del puente, por los paisajes que se pueden ver en ambas orillas del río Moldava… Es una ciudad que se ha podido ver en algunas películas famosas, como «Misión Imposible» o «9 días».
Pero República Checa tiene muchas cosas más. Como buen país centroeuropeo que es, hay más ciudades y pueblos con encanto.