Para iniciar este día comenzamos viajando en metro hasta la parada de la calle 79, al oeste de Manhattan. Desde allí se llega hasta el Museo Americano de Historia Natural dando un agradable paseo por un barrio de casas bajas. Una vez allí, hay que tener en cuenta una cosa importante antes de iniciar la visita. Es un museo muy grande, tiene muchas salas y muchas cosas que ver. Así que se puede emplear un día entero sin muchos problemas. Si la intención es visitar dos museos grandes en un mismo día hay que tener en cuenta los horarios de apertura y cierre de los mismos. Hay que echar cuentas sobre el tiempo que podemos pasar en cada uno. Yo pasé más tiempo del debido en el Museo Americano de Historia Natural. Aunque me gustó mucho, me habría gustado emplear menos tiempo.
Una vez dentro y con el plano de las salas en nuestra mano lo mejor que podemos hacer es saber qué queremos ver. Las colecciones son todas muy importantes e interesantes. La que más llama la atención, seguramente, es la relativa a los restos paleontológicos y a las reconstrucciones de esqueletos de dinosaurios que alberga el museo. Pero hay muchas más cosas que pueden llamar la atención de los visitantes. También es destacable el impresionante Planetario, situado en un aledaño del museo.
Cruzando Central Park, y aprovechando también para conocer esa zona céntrica del parque, donde cabe destacar el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir. Es un gigantesco lago que divide el parque en dos, llegaremos hasta el otro gran museo de la ciudad. Es el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. Allí encontraremos todo tipo de arte, tanto clásico y antiguo (griego, romano, etrusco, egipcio) como moderno. Es otro museo de grandes proporciones, aunque yo creo que es indispensable visitar la planta baja. Allí se encuentran las obras más importantes del museo; y muy especialmente todas las salas dedicadas al arte egipcio, especialmente la que conserva el templo de Dendur.