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Día 3. Cracovia.

El tercer día lo íbamos a dedicar a visitar la ciudad de Cracovia, al sur de Varsovia. Lo primero que tuvimos que hacer fue dirigirnos hacia la estaci

Día 3. Cracovia. El tercer día lo íbamos a dedicar a visitar la ciudad de Cracovia, al sur de Varsovia. Lo primero que tuvimos que hacer fue dirigirnos hacia la estación central de tren de la ciudad. Se conoce como Warszawa – Centralna. Una vez allí compramos 2 billetes y nos fuimos a nuestro tren. Curiosamente, en contra del sistema que yo considero más tradicional, el sistema no proporciona un asiento al viajero. Es éste quien debe buscárselo si es que hay alguno libre. Si no, es bastante probable que a uno le toque ir sentado en el suelo. No es aconsejable ir de pie porque el trayecto dura unas 3 horas y se hace bastante pesado.

La estación de tren de Cracovia queda muy cerca del centro antiguo. Pudimos ir tranquilamente andando hasta nuestro hotel. Antes de llegar, pudimos ver desde fuera el maravilloso Teatro Juliusz Slowacki. Una vez en el hotel, dejamos nuestras cosas y nos fuimos a la Plaza del Mercado. Allí es donde está casi toda la actividad de la ciudad.

Una de las primeras cosas que se ve es la Iglesia de Santa María. Por fuera impresiona mucho, especialmente por la altura de una de sus torres, pero la ornamentación interior es sencillamente espectacular. Lo primero que hicimos fue subir los 239 escalones que permiten llegar a lo alto de la torre más alta. Se hace algo difícil por la estrechez en alguna de sus partes, pero las vistas que hay desde arriba son muy buenas.

Cuando estábamos arriba, mi amiga Dorota me contó la historia del hombre que está en la torre. Cada hora hace sonar una trompeta. Por suerte, pudimos comprobar in situ cuando estábamos arriba. La historia es la siguiente: «En la iglesia de Santa María es famoso el toque de trompeta que cada hora recuerda a los habitantes al héroe anónimo que avisó a la población de la invasión de la ciudad por tropas mongoles. El sonido de la trompeta es súbitamente interrumpido, pues según la leyenda aquél que daba voz a la trompeta cayó abatido por una flecha enemiga».

Cuando bajamos de la torre, nos dirigimos al interior de la iglesia. Es una maravilla, algo que solo rompe el hecho de que, para poder hacer fotos, hay que pagar 6 zlote (siempre y cuando la persona encargada de controlar no esté mirando, en cuyo caso las fotos son gratis). Lo entiendo como un pago para el mantenimiento del edificio. Pero cobrar por hacer fotos parece un tanto ridículo. En cualquier caso, es aconsejable entrar para ver una maravilla de la arquitectura.

Una vez salimos de la iglesia de Santa María, bajamos por la calle Grodzka en dirección al Castillo de Wawel. Aunque no teníamos intención de verlo en ese momento. Lo primero que hicimos fue comer en un restaurante cercano al castillo. La comida elegida fue, nuevamente, la comida polaca. Cabe destacar la enorme variedad de sopas que tienen, y con lo que a mí me gusta la sopa, debo confesar que comí muy bien.

Después de comer seguimos en dirección sur, pues allí se encontraba el barrio judío de Cracovia, justo antes de llegar al río Wisla. Nos dimos una gran vuelta por el barrio, pues merece la pena empaparse un poco de otras culturas. Tuvimos la oportunidad de ver por dentro una de las sinagogas que existen en la zona. A mí me gustó, particularmente, la sinagoga Remuh y el cementerio que hay tras los muros. Cerca podemos encontrar la sinagoga Tempel, aunque no posee cementerio. Cuando terminamos de ver el barrio judío, deshicimos nuestros pasos y llegamos nuevamente al Castillo de Wawel.

Situado sobre la colina que le da nombre, es un lugar simbólico de gran valor para los polacos pues, entre otras cosas, sabemos que allí se encuentra enterrados los reyes de Polonia y algunos polacos célebres. Además, a lo largo de su historia ha acogido numerosas coronaciones. Se trata de un conjunto arquitectónico compuesto por el Castillo y la Catedral. Como tuvimos la mala suerte de llegar un poco tarde, no pudimos ver por dentro nada y decidimos salir por una de las puertas laterales para bajar a la zona del río, donde en esos momentos había montado un pequeño mercadillo en el que se podrían comprar infinidad de cosas.

Llegamos hasta el paseo que hay junto al río, donde se encuentra la escultura dedicada al dragón. La historia de este dragón es la siguiente: «Mencionada por primera vez en el 965 por un comerciante judío de Córdoba, Cracovia tiene muchas leyendas sobre sus orígenes. Una de ellas dice que la ciudad fue fundada por un tal Krak. Cuando Krak gobernaba en Cracovia en una cueva en la colina de Wawel habitaba un dragón. La bestia fue vencida por un zapatero llamado Szewczyk Dratewka. Una vez en Cracovia, podrán ver la figura del dragón cerca de su cueva y visitar el histórico montículo que conmemora al legendario fundador de la ciudad».

Para concluir la visita a la ciudad, fuimos de nuevo a la Plaza del Mercado para comprar algunos recuerdos y luego al hotel, porque necesitábamos abrigarnos para salir a cenar.

Sobre todo hay que destacar la catedral, aunque como llegamos un poco tarde (a eso de las 5 de la tarde), ya estaba cerrada por dentro.E
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