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Me dan malas noticias

Me dan malas noticiasMe dan malas noticias y aún me duele hablar de ello. Sabía que iba a llegar antes o después. Pero tenía cierta esperanza de que pudiese estar ya en Madrid. Nora tenía 12 años cuando empecé el viaje. Y tenía varios problemas de salud. El más grave era el que afectaba a sus pulmones. Le impedía respirar adecuadamente. Y claro, el veterinario es claro: antes de que se ahogue es mejor sacrificarla.

Yo pasé 4 meses fuera. Cuando me fui el 30 de mayo rumbo a Santo Domingo sabía que podía irse en cualquier momento. Y me fui de casa con una sensación muy mala. Como si nunca más la fuese a ver. Por desgracia así fue. No me arrepiento de haberme ido porque al final nadie prevé este tipo de cosas. Lo mismo podía haberme muerto yo antes en un accidente.

Me dan malas noticias

Sin embargo, la lógica hacía presagiar lo peor. El 2 de agosto estaba en Osaka. Terminé mi visita y fui al hostal. Estaba en el vestíbulo cuando me llamó mi hermana mayor. Me dijo que me sentara y ahí ya pensé que algo malo había sucedido. Efectivamente, cuando yo estaba en Hawái habían decidido sacrificar a Nora. Me dan malas noticias y me pongo a llorar, es inevitable.

Así estuve toda la tarde y la noche. Al día siguiente no tenía ganas de seguir viendo nada. Pensé en la opción de visitar otra parte de Osaka. También en seguir el plan original de ver Kyoto. Pero se me fueron las ganas. Decidí ir al aeropuerto y coger por la tarde el siguiente vuelo.

No sé cuántas personas entienden lo que supone perder a una mascota. En un año y medio he perdido dos gatos y una perra. Escribo esto y se me hace un nudo en la garganta.

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