Además de comprar algún recuerdo, y también cenar, fui caminando al parque. Estaba anocheciendo, quizás mejor momento que la noche para tomar fotos con el teléfono. Porque para hacer fotos nocturnas es mejor una buena cámara y un trípode. Me acerqué a la zona de Buckingham Fountain y tomé algunas instantáneas. A mi espalda quedaba el lago Michigan, totalmente a oscuras.
Chicago de noche
Chicago de noche no es como Washington, quizás porque no tiene el mismo tipo de edificios. Pero igualmente merece la pena caminar por el Parque Grant y ver los rascacielos iluminados. De hecho, una de las atracciones que tiene la ciudad es subir a los miradores de noche. Por ejemplo, la Torre Willis lo ofrece en sus opciones de entrada. Eso sí, el precio sube considerablemente con respecto a hacerlo de día.
Después de eso ya me fui al hostal, a preparar todo para el día siguiente. Mi próximo destino era Las Vegas, ciudad en la que había estado en 2007. No obstante quería repetir porque me había sabido a poco aquella visita. Dejé todo listo y me preparé para levantarme a buena hora. Tenía que estar antes de las 9 en el aeropuerto internacional O’Hare para coger el vuelo. La ciudad del pecado me estaba esperando, ¿o no? La próxima entrada aclarará lo que me pasó al día siguiente. Tuve algo de mala suerte.