Localicé un supermercado cerca del hostal. El nombre de por sí era curioso: Amigo’s Market. No pensé que el dueño fuese a hablar español, y menos después de ver su cara. Pero me sorprendió con unas cuantas frases en mi querido idioma. Mi intención era comprar lo justo y necesario para comer en San Francisco y sobrevivir. Algo de fruta, algo de pan, algo de queso, fiambres y poco más. Tenía la suerte disfrutar de desayuno gratis en el hostal, así que me centré en comida y cena.
De compras por San Francisco
San Francisco no es tan cara como Nueva York pero tampoco es barata. Me interesaba comer cosas sanas pero sin tener que cocinar. Así que estuve merodeando por el pequeño establecimiento y cogí todo lo que quería. No recuerdo cuánto pagué, pero no me pareció mucho.
Agarré las dos bolsas y me fui andando hasta el hostal. Guardé todo en una de las neveras de la enorme cocina y me fui a la habitación. Ahora tocaba la segunda parte de la colada. Tenía que ordenar toda mi ropa. Y eso pasaba, principalmente, por doblar de manera adecuada las camisetas.
Así fue la mañana de mi primer día en San Francisco. Nada apasionante pero era necesario hacer ambas cosas. Ya podía empezar a trabajar en mis cosas informáticas.