Iba a pasar 30 días en Filipinas, el máximo legal posible sin pedir visado. Entraba el 5 de agosto y salía el 4 de septiembre rumbo a Hong Kong. Esperaba que todo saliera como había planificado. Tenía un plan para todo el mes que era sencillo de cumplir. Dos semanas en Palawan y dos semanas en Luzón.
En ambos casos iba a estar con gente que ya conocía previamente de internet. ¿Qué podía salir mal? Pues alguna que otra cosa.
Hice el vuelo de Taipéi a Manila con Cebú Pacific. La compañía filipina llegó a tiempo a la capital. Pasé sin problemas el control de inmigración y empezó una pequeña odisea. Necesitaba coger un vuelo a las 6 de la tarde hacia Puerto Princesa.
En este caso volaba con Philippine Airlines. Tenía que cambiar de terminal, y el aeropuerto de Manila no es el más cómodo para eso. Fui a la zona de vuelos en tránsito. Allí una lanzadera nos llevó a todos hasta la terminal 2. Lo más curioso fue que tenía que salir del aeropuerto. Y claro, en esas calles había atascos. No obstante llegamos con mucho tiempo de sobra, todo iba bien.
Tras pasar un control de rayos bastante poco estricto, llegué pues a la zona de embarque. Estaba todo listo para mi siguiente vuelo. En Palawan iba a pasar así dos semanas, del 5 de agosto al 20.