La Ópera de París o Palais Garnier lo diseñó en 1860 Charles Garnier para mostrar el esplendor de la Francia de Napoleón III. Desgraciadamente, cuando finalizaron las obras 15 años más tarde, el Segundo Imperio era un recuerdo lejano y Napoleón III había fallecido. Francia ya no era el imperio de antaño.
Se trata de uno de los monumentos más impresionantes del París del siglo XIX. Actualmente ofrece óperas, espectáculos de ballet y conciertos de música clásica. Es más pequeño que su homónimo de la Bastilla pero es conocido por tener una acústica perfecta. Sin embargo, cuenta con el inconveniente de que en algunos asientos la visión es muy reducida o incluso nula.
El edificio también tiene en su interior el Museo de la Ópera. Contiene una gran cantidad de documentación y objetos antiguos de interés. La entrada al museo incluye una visita al Teatro de la Ópera. Esto es así siempre y cuando no se esté celebrando un ensayo. La entrada cuesta 10 euros y merece la pena entrar.
Por lo tanto, puedes visitar la Ópera de París para ver algún espectáculo; o también puedes visitar su increíble museo. Prepara tus mejores galas si tu decisión es acudir a alguna representación.