Día 1. Llegada a Atenas y Sunión. Mi segundo viaje a Grecia tuvo lugar en junio de 2009, poco después de haber pasado una semana en Florida. A pesar de que ya había estado el año anterior visitando Atenas y algunos otros lugares cercanos, me había quedado con ganas de ver más cosas. Así que aproveché una buena oferta para volar con Iberia por algo menos de 80 euros. Me preparé para ver, en esta ocasión, el Peloponeso.
Esta zona de Grecia toma su nombre del mítico héroe Pélope y de la palabra griega nisos (isla). Se trata de una región con una belleza natural incalculable. Desde las cimas nevadas de sus montañas, sus valles recorridos por ríos y poblados de cipreses y limoneros; hasta sus hermosas playas. Zona de gran relevancia estratégica a lo largo de la historia, alberga los restos de ciudades míticas y legendarias. Por ejemplo Micenas, que en su momento fue el centro de la civilización micénica; o la antigua ciudad de Olimpia, cuna de los Juegos Olímpicos; así como Esparta, donde nacían los guerreros más temidos del planeta; o Corinto, una de las ciudades más importantes de la antigua Grecia por su ubicación geográfica.
Me habría gustado contar con un par de días más para haber visto más cosas del Peloponeso, pero 5 eran los días que tenía y ni siquiera eran completos. A pesar de todo, pude ver bastantes cosas y disfruté del buen clima que había en esa época del año.
Salí de Madrid el 22 de junio de 2009 por la mañana en dirección a Atenas. El avión de Iberia tardó unas 3 horas y media en completar el recorrido. Como ya sucediera el año anterior, mi amiga fue a recogerme al aeropuerto pues ella iba a ser mi compañera durante ese viaje por Grecia.
Nuestro primer y único destino esa primera tarde iba a ser el cabo Sunión, situado a unos 60 kilómetros al este de la capital helena, y en el que se encuentra el Templo de Poseidón, un templo griego de 25 siglos de antigüedad situado junto al Mar Egeo y que ofrece la posibilidad no solo de deleitarse con la construcción en sí sino también con el paisaje que hay alrededor. Las vistas que hay del mar que rodea la zona son bastante impresionantes, y aunque tuvimos que pagar 4 euros por entrar al recinto debo confesar que mereció la pena darse un pequeño paseo por allí. Lo único malo fue que hacía demasiado viento y era algo incómodo, pero yo aconsejo ir allí de visita.
Volvimos a Atenas antes de que anocheciese. Nos fuimos a cenar a un sitio bastante bueno, situado en el parque Alsos Papagou. Sobre todo me gustó el ambiente, en mitad de un parque lleno de árboles y todo muy bonito. Era un ambiente muy chill out, que yo pensé que sería muy caro y tampoco fue así. Después de cenar nos fuimos a casa a descansar porque al día siguiente comenzaba nuestro viaje en coche por el Peloponeso.