Día 3. Mystras y Esparta

Día 3. Mystras y EspartaDía 3. Mystras y Esparta. El tercer día del viaje por el Peloponeso nos iba a llevar hasta Mystras y Esparta. Ambas están situadas al sur de Trípoli. Como ya comenté anteriormente, a escasos kilómetros de esta ciudad terminaba la autopista que inició su camino en Atenas. A partir de ese momento comenzamos a probar las duras condiciones de las carreteras de segundo orden en Grecia.

Recorrimos los 60 kilómetros de distancia entre Trípoli y Esparta en una hora aproximadamente. Lo primero que hicimos fue aparcar el coche cerca de la plaza de Esparta, posiblemente el centro de la pequeña ciudad. Nos adentramos en la misma para tomar algo en una de sus múltiples terrazas. El día era, sencillamente, excepcional. Mucho sol, no demasiado calor y un ambiente muy agradable. Sin embargo, nuestro destino ese día estaba a unos 5 kilómetros más al oeste. Nuestro hotel estaba en Mystras.

Una vez terminamos de tomar algo, cogimos nuevamente el coche y recorrimos la breve distancia que nos separaba de nuestro próximo destino, la ciudad nueva de Mystras. Llegamos a nuestro hotel, el Byzantion. Dejamos nuestras cosas en la habitación y nos dirigimos a la entrada principal de la ciudad vieja.

Antes de empezar a contar la visita, haré una breve introducción de qué íbamos a ver ese día. En el monte Taygetos se encuentran esparcidas las ruinas de lo que un día fue la imponente población de Mystras. Están coronadas por la fabulosa fortaleza, construida en 1249 por Guillermo II. Fue capital del déspota griego de Morea en los siglos XIV y XV. Los trabajos de recuperación de la ciudad fueron tan meritorios que en 1989 fue declarada Patrimonio Mundial.

La visita se puede dividir en dos partes: la ciudad baja y la ciudad alta. En la parte baja es donde se encuentra la entrada principal. Hay que pagar 5 euros y eso nos permite visitar todos los edificios que están dentro de la ciudad. ¿Qué cosas pudimos ver en la visita a la parte de abajo? Bueno, lo primero que tengo que decir es que, al igual que en el caso de Acrocorinto, hay que tener un fondo físico bueno. En muchas partes nos tocará subir y bajar rampas con pocas comodidades.

Comenzamos visitando la iglesia de Evangelistria y el pequeño museo que hay en uno de los edificios anexos. En él se pueden contemplar fragmentos de esculturas y cerámicas de las iglesias de la ciudad. En esta primera iglesia de las muchas que se pueden ver en Mystras cabe destacar, al menos en mi opinión, no solo el gran estado de conservación sino también el ambiente que se puede respirar. Es un lugar de paz y tranquilidad donde el ruido apenas existe.

Continuamos nuestra travesía hasta llegar a la cercana iglesia de San Teodoro. Es un ejemplo del estilo bizantino que predomina en las construcciones de la ciudad. Se puede ver tanto en el exterior como en los frescos de su interior, aunque algunos están en mal estado de conservación. Apenas puede verse nada de lo que había antaño. Sin embargo, avanzando en nuestra visita, en la iglesia de Hodigitria-Afendiko se pueden ver unos frescos en bastante mejor estado de conservación.

Alejándonos bastante de esta zona de iglesias podemos llegar al único lugar habitado de toda la ciudad antigua de Mystras. Es el Monasterio de Pantassa, en el cual viven unas monjas hospitalarias con las que se puede hablar. Se puede entrar en el interior y observar no solo los frescos que hay en las paredes, sino también las pinturas del suelo y la rica ornamentación del interior.

Con eso dimos por concluida nuestra visita a la ciudad baja, aunque todavía hay más edificios que se pueden visitar. Sin embargo, nosotros decidimos terminar ahí para visitar la ciudad alta. Para acceder a la misma se puede optar por ir a pie, pero la ascensión es dura. Como cabía la opción de ir en coche hasta un parking en la parte superior, no lo dudamos mucho. Apenas se necesitan 3 minutos para subir en coche y pudimos entrar por la segunda entrada.

Hay muchos edificios que se pueden visitar en la ciudad alta, pero nosotros nos fuimos directamente hacia arriba, hacia la Ciudadela de Mystras. Es el castillo o fortaleza que construyeron los francos en tiempos de las cruzadas. Más tarde ampliaron los turcos en tiempos del imperio otomano. Lo más espectacular son las vistas que hay desde arriba del todo. Se pueden los valles y las montañas que rodean esa zona del Peloponeso.

Eso sí, el ascenso fue bastante duro porque hay zonas muy empinadas. La bajada no es mucho más sencilla, aunque sí menos cansina. Una vez nuestras piernas volvieron a la normalidad, pensamos que lo mejor que podíamos hacer el bajar a la ciudad nueva y comer, porque ya se había pasado la hora. Afortunadamente, justo delante de nuestro hotel había una plaza con un par de restaurantes con terraza. Pudimos saciar nuestra hambre sin problemas.

A pesar de que el día estaba algo fresco, el cuerpo nos podía ir a la piscina del hotel para bañarnos. Yo no fui capaz porque me pareció que el agua estaba demasiado fría y tenía la impresión de que la salida del agua sería aún peor. Me dediqué a tomar un poco el sol. Todavía nos quedaba visitar la ciudad de Esparta.

Y es que uno no puede llegar a la famosa ciudad donde reinó Leónidas, el célebre rey de este aguerrido pueblo y más conocido aún gracias a la película de «300», sin dar una vuelta por sus calles. No se puede esperar ver gran cosa porque apenas hay algo para ver.

Tan solo cabe destacar la estatua de Leónidas que hay al norte de la ciudad, cerca del acceso a la antigua Acrópolis de Esparta, erigida en honor al gran rey de los espartanos y famoso por liderar a su ejército en la batalla de las Termópilas frente al ejército persa; y el antiguo teatro de Esparta, al cual se puede acceder gratuitamente aunque no es de los mejores en conservación que existen actualmente en Grecia. Los demás restos que se pueden ver en la Acrópolis no merecen la pena, algunos de ellos ni siquiera se puede adivinar qué son exactamente.

Volvimos nuevamente a la plaza Sparti para cenar y volver definitivamente al hotel. El día había sido nuevamente largo y cansino y nos quedaban 2 días más de viaje, aunque serían algo más relajados que los anteriores.

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