Día 3. Castillo de Praga. El tercer día en Praga lo íbamos a dedicar a ver las cosas que había en la otra orilla del río Moldava. Pero como nos apetecía caminar por la ciudad y no llegar hasta allí en transporte público, decidimos hacer el plan del día anterior para llegar a la parada de metro de Muzeum. Una vez en la plaza de Wenceslao, decidimos bajar en dirección a Vodickova. En esa calle giramos a la izquierda. Subimos durante unos cuantos metros hasta que llegamos al parque Karlovo namesti. Es un pequeño rincón verde en el interior de la ciudad. Desde ahí bajamos por Resslova hasta el río Moldava y comenzamos a avanzar en dirección al Puente de Carlos IV.
Antes de llegar a nuestro destino, a la derecha, pudimos encontrar el Teatro Nacional de Praga (Národní Divadlo). Un poco más adelante a la izquierda pudimos acceder a una pequeña lengua de tierra que sobresale de la orilla. Desde allí se podía fotografiar la zona que íbamos a visitar unos instantes más tarde.
Cuando llegamos al Puente de Carlos IV, lo cruzamos igual que habíamos hecho el día anterior. Esta vez no nos detuvimos ante la Torre de la Ciudad Pequeña, sino que la cruzamos y avanzamos por Mostecka. Llegamos a una pequeña plaza en cuyo centro se encontraba el templo de San Nicolás. Para subir hasta la zona del Castillo, elegimos las escaleras que hay en uno de los laterales de la colina donde se encuentra. Para ello hay que ir hasta la calle Thunovská y seguir hacia arriba hasta encontrar los escalones.
Día 3. Castillo de Praga.
Confieso que la subida se me hizo algo cansina. Las vistas desde arriba son espectaculares. Tan solo hay que girarse 180º y ver no solo el trecho de escaleras que acabamos de subir con fatiga, sino toda la ciudad de Praga desde un lugar envidiable. A escasos metros encontraremos la entrada principal al Castillo de Praga. Es la inmensa fortaleza y conjunto de edificios que ocupan la mayor parte de la cima de la colina sobre la que se asientan. Como sucediera el día anterior, debido al frío que hacía esos días, no había gran afluencia de gente para entrar en el recinto, algo que se agradece en exceso.
Yo recuerdo que nosotros accedimos al recinto. Tras superar un primer patio, pronto nos encontramos con la fachada oeste de la Catedral de San Vito. Es donde se encuentra la entrada principal del edificio. Sin dudarlo, cruzamos la puerta para ver el interior de la catedral. Reconozco que quedé gratamente impresionado.
Es una lástima que el día no fuera soleado. Creo que la iluminación interior (la natural, claro) estaba algo apagada y las fotos no fueron todo lo buenas que yo hubiese querido. Sin embargo, creo que quienes hayan visto las fotos del viaje a Praga y se hayan fijado en las que hice concretamente del interior de la catedral se harán una idea de cómo es por dentro. Una vez la hayamos visto por dentro, algo que nos llevará un rato largo dependiendo de la prisa que tengamos o no, porque hay muchas cosas que ver en su interior, lo mejor que podemos hacer al salir es dar una vuelta por las calles que hay rodeando la catedral y que nos llevan a otros lugares interesantes del Castillo de Praga.
Vistas de la ciudad de Praga
Lo mejor es bajar por Jirská para poder llegar a una pequeña zona amurallada desde la cual podremos observar a vista de pájaro la capital de la República Checa. Podríamos seguir recto y salir del Castillo por esa zona. Pero lo mejor es volver para ver algunos lugares más del interior. Por ejemplo, la Torre de la pólvora que se encuentra a un lado de la Catedral de San Vito. Actualmente sirve como museo.
En caso de tener tiempo de sobra, se pueden visitar el Palacio Real, la pinacoteca del Castillo, la torre Daliborka, el Convento y la Basílica de San Jorge. Una vez salimos del Castillo de Praga, nos dirigimos de nuevo hacia el Puente de Carlos IV. Pero no por las escaleras, sino que bajamos por una calle llamada Ke Hradu. Allí veremos cómo son las calles y las casas de ese barrio tan pintoresco y colorido.
Bajamos por la calle Nerudova hasta llegar de nuevo al templo de San Nicolás. Desde allí nos dirigimos nuevamente al Puente de Carlos IV. Esta vez estaba bastante lleno de gente, y lo cruzamos hasta llegar a la Ciudad Vieja. Nuestro destino era, nuevamente, la parada de metro de Muzeum. Desde allí nos dirigirnos al bus que nos llevase al hotel. Ese día yo tenía un dolor de pies bastante alto porque nos había tocado caminar un rato largo. Pero reconozco que había merecido la pena visitar una ciudad tan bonita como Praga.
El cuarto y último día lo dedicamos a descansar y a hacer algunas compras antes de ir al aeropuerto. Nuestro vuelo salía a las 4 de la tarde y no queríamos presentarnos demasiado tarde para obtener la tarjeta de embarque.