Día 4. Akihabara y Asakusa.

Día 4. Akihabara y Asakusa.Día 4. Akihabara y Asakusa. El cuarto día en Tokio llegaba con malas noticias. Ese día iba a pasar por la ciudad un tifón de no mucha fuerza, pero un tifón al fin y al cabo. Eso quiere decir que íbamos a tener lluvia y viento. Así que, después de dormir otras 12 horas, me fui hasta la estación de tren de Ikebukuro. Esta vez habíamos quedado ahí para irnos hasta el barrio de Akihabara.

Una de las cosas que aprendí del sistema nipón de trenes y metro es que se paga por tramo. Es decir, que uno paga una tarifa base por usar el tren y que, al salir de la estación donde se haya parado, pagará una cantidad u otra, dependiendo de las estaciones recorridas. Esto quiere decir que, por ejemplo, es más caro ir desde Ikebukuro hasta Akihabara que ir desde Ikebukuro hasta Nippori. Eso no sucede en Madrid, donde uno paga una cantidad fija si no sale de la zona A, que es la ciudad de Madrid .Solo pagará más si va a otras poblaciones, tales como Arganda o cualquiera de las que recorre la línea 12.

Aunque el famoso barrio tecnológico de Tokio tiene su propia parada de tren, nosotros decidimos parar un poco antes, en Ueno. Desde allí fuimos andando para poder ver un poco más de la ciudad. El barrio de Akihabara se encuentra relativamente cerca del Palacio Imperial y lo que se considera como el centro de la ciudad de Tokio. Allí podemos encontrar una gran cantidad de tiendas dedicadas a la venta de aparatos de electrónica de todo tipo. Los precios no es que sean muy bajos en comparación con lo que vemos en Europa. Todo depende de cómo esté el cambio cuando uno va al país. Yo encontré un tipo de cambio en el que el yen valía casi lo mismo que una peseta. Las conversiones eran sencillas.

Allí es posible regatear. Se pueden ver desde las tiendas más pequeñitas repletas de artilugios que, tal vez, nunca llegaremos a ver en España; hasta todo un edificio de varias plantas ocupado por una misma tienda que vende desde calculadoras hasta camisetas; pasando por frigoríficos, aspiradoras y abanicos típicos de Japón. La calle donde podemos encontrar la mayoría de tiendas es Chuo Dori. La calle que está a la izquierda de la estación, llamada Showa Dori, se queda más al margen porque está «invadida» por una autopista que pasa justo por encima. Por lo tanto, el objetivo del visitante es centrarse en esa calle, entrar en las tiendas, ver, curiosear, preguntar (en inglés, si hay suerte) y comprar si uno gusta.

Desde Akihabara nos fuimos andando, una vez más, en dirección al río Sumida, en la zona de Asakusa. Llegamos hasta Edo Dori y giramos a la izquierda, yendo en paralelo al río. Durante el camino, tuvimos la suerte (porque no lo íbamos buscando) de encontrar las oficinas centrales de Bandai (¡¡qué guay!!). No pudimos evitar hacernos algunas fotos con los muñecos que tenían en la calle. Estaban todos enteros, ni rotos ni pintados con grafitis ni nada por el estilo. Son bastante respetuosos, no como aquí. ¿Cómo llegar a ese edificio? Está en Edo Dori con una calle pequeña cuyo nombre no puedo saber porque en Google Maps viene en japonés. Así que dejo el enlace aquí y quien quiera ir, que mire bien cómo llegar.

Bajando un poco más por Edo Dori, nos encontramos un puente que atravesaba el río Sumida. Nos ofrecía unas vistas de la otra orilla, donde se puede ver un edificio curioso, el llamado Asahi Super Dry Hall. Es la central de la empresa líder en Japón de producción de cerveza. Ya cerca de ahí se encontraba nuestro próximo destino, el templo de Senso-ji. Justo antes de entrar vimos a una pareja de señores bien vestidos que, curiosamente, hablaban en español. No pudimos evitar pedirles una foto y hablar un poco con ellos. Los occidentales no abundan y los españoles mucho menos.

Fuimos por el mercardillo hasta llegar al pórtico de Hozo-mon. Tras atravesarlo nos dirigimos a las pilas de agua para repetir el ritual de la purificación a través de la limpieza de las manos. Sin duda alguna, el templo destaca por su increíble pagoda así como por el hondo, el edificio principal del templo. Es uno de esos lugares que no debemos dejar de visitar si pasamos por Tokio.

Luego, y siempre a pie, fuimos hasta la estación de tren de Ueno y seguimos avanzando, en dirección a Kasuga Dori. Nos permitió pasar muy cerca del Tokyo Dome. Ya en esos momentos la lluvia era intensa aunque el viento no era fuerte, tampoco era un tifón agresivo. Ese día comimos en un sushi-bar, aunque yo reconozco que la comida japonesa, y la oriental en general, no me entusiasma. Es curioso de todas formas sentarse en un taburete y mirar cómo la comida pasa por delante de nuestras narices por una estrecha cinta transportadora, coger lo que uno quiera y complementarlo con un té verde muy caliente.

La parte no aconsejable del día es que anduvimos durante horas hasta llegar a Ikebukuro. Eso son muchas horas a pie. Uno ve todo de esa manera pero hay que estar en forma para poder resistir tantos días y tantas horas cada día de dura caminata, con el calor y la humedad que no aflojan ni un instante.

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