Irlanda era uno de los países que no estaba en mi lista de preferencias para viajar pero pude ir y conocer su capital gracias a que un amigo está trabajando allí desde hace unos años. La verdad es que no sabía bien qué me iba a encontrar. No sabía cuáles eran las cosas más interesantes que podía ver en Dublín, la capital. Me dejé guiar por las demás personas que completamos ese viaje.
Lo que más me llamó la atención de ese viaje fue el clima. Era bastante cambiante en un espacio de tiempo muy breve. Recuerdo que uno de los días que pasamos allí fue exagerado. Llovió, nevó, granizó, hizo sol y siempre nos acompañó un viento horizontal del que es difícil decir algo bueno. Solo hay que imaginar el uso de un paraguas con ese tipo de viento. Además, según mi amigo el clima era primaveral. Fuimos a principios de abril, y yo pensé en la primavera de Madrid, donde vivo. Así que fui con poca ropa de abrigo. Si no llega a ser porque me dejaron alguna sudadera que otra, creo que ahora estaría allí enterrado porque habría muerto por congelamiento.
En los escasos 4 días que estuvimos allí, tan solo tuvimos tiempo para ver Dublín. También fuimos a un pueblo costero que está al sur de la capital, a escasos kilómetros. Su nombre es Dun Laoghaire. Algún día tendré que volver para ver los famosos acantilados de Moher, que quedan al oeste de Irlanda y que deben de ser una maravilla.