El Puente de Brooklyn es uno de los iconos de Nueva York. Se creó para ser funcional y terminó siendo un atractivo turístico. Por encima de él transitan cada año millones de turistas. También vehículos de toda clase para conectar Manhattan con Brooklyn. Supongo que sus creadores nunca imaginaron este hecho.
La entrada principal se encuentra cerca del Ayuntamiento de la ciudad. Diría que es fácil de encontrar por la gran cantidad de gente que se agolpa. Además, en el primer tramo se instalan muchos puestos de venta ambulante. Allí se puede comprar prácticamente cualquier recuerdo de la ciudad. Eso estrecha mucho el paso de peatones, que también es paso de bicicletas. Así que hay que tener algo de paciencia, sobre todo en verano. Yo la tuve malamente, porque además la gente va muy despacio.
El Puente de Brooklyn tiene una longitud aproximada de 800 metros. Caminar por encima no debería llevar más de 10 minutos. Es tarea casi imposible solo por la gran cantidad de gente que hay. A veces es difícil hasta tomar fotos sin gente en medio. Muchas personas se toman selfies y siempre hay gente detrás. Así que insisto en la paciencia. Además, las vistas desde allí son espectaculares. Al sur queda el Downtown y al norte queda el Midtown.
También hay que tener cuidado con los ciclistas. El paseo está dividido por una línea blanca. Por un lado van peatones, por el otro los ciclistas. Los peatones son tantos que invaden el otro carril. Los ciclistas creen que el carril de ciclistas es solo para ellos y algunos van a toda velocidad. A punto estuve de ver más de un accidente en esa parte del puente. Por lo tanto, tened cuidado al cruzar el puente.
