Miami South Beach era mi destino desde el aeropuerto. Ya había llegado desde San Juan y solo quedaba coger el bus para ir a la playa más famosa de la ciudad. Existe un tren autónomo interno que comunica las terminales del aeropuerto de Miami. En cualquier caso hay que dirigirse al Mia@Lower Level Ramp. Está en un edificio frente a las terminales. De ahí parte otro tren autónomo que lleva a Miami Airport Station.
Y es precisamente en este edificio donde se concentra todo el transporte público de Miami. Es decir, Metrorail, Metrobus, Tri-Rail, Greyhound y Megabus.
A priori parece algo complejo pero todas nuestras opciones de transporte se concentran en un solo sitio. Y lo primero es decidir cómo viajar. Yo elegí la línea 150 de autobús, que se coge en la planta baja del edificio y que llega hasta Miami South Beach. Pero antes hay que pagar.
Tras pasar la zona de alquiler de coches, llegamos a la zona de transporte público. Allí hay unas máquinas expendedoras donde compramos lo que queremos. El sistema no suele ser sencillo, así que muy probablemente tocará preguntar, como hice yo. Lo más probable es que la persona que anda por allí hable español. Un viaje sencillo cuesta 2.25 dólares. Sin embargo, por 5.65 dólares tenemos un billete regular para todo un día. Es decir, viajes ilimitados en Metrorail y Metrobus durante un día.
Una vez adquirido el billete, hay que bajar y esperar a nuestro autobús. Dentro hay un lector, ponemos la tarjeta, y si está todo bien ya podemos entrar. Dependiendo del tráfico, tardaremos entre 30 y 45 minutos en llegar a Ocean Drive. Es la zona donde se encuentran los hoteles vintage más famosos del mundo. Y ahí empieza lo difícil, caminar bajo ese sol y calor tan duro.
